Ilustración de Pascal Campion
“La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene” Jorge Luis Borges
La muerte, como muchos otros temas propios del ser humano, es vista como un tema tabú. En la cultura occidental se tienen diversas creencias sobre lo que pasa cuando morimos. Según las creencias que tenemos, atribuimos un significado a la muerte, el más común es que cuando morimos, el cuerpo permanece en la tierra mientras que el alma se dirige a un lugar de paz y tranquilidad, muchas de las veces este lugar es el cielo. Si bien las pérdidas están constantemente presentes en el día a día, como adultos dejamos de prestar atención a lo que nos parecen pequeños detalles con connotación de muerte como son un pájaro tendido en la calle o una planta que simplemente se secó. Esto, muchas de las veces, no causa una gran aflicción ni preocupación en los adultos; sin embargo, los pequeños quienes apenas están descubriendo el mundo se preguntan ¿qué ha sucedido? ¿por qué está tendido el pajarito sin moverse? o ¿por qué la plantita se ha secado? y suelen preguntar con curiosidad a los padres o adultos qué es lo que ha ocurrido. Como adultos tenemos una visión de lo que es la muerte, lo que representa y lo doloroso que resulta cuando se trata de un ser querido; a través de la vida hemos podido asimilar qué es la muerte y llegar a entender que es un estado irreversible. En los niños, el concepto de muerte sobre todo cuando son pequeños, resulta más ambiguo y necesitan una explicación más concreta sobre lo qué pasa cuando alguien muere, esto no quiere decir que no pueda entenderlo sino que lo procesa de diferente manera. Las explicaciones que se le dan a los niños generalmente son metafóricas como: “fue al cielo y está rodeado de angelitos” o “se quedó dormido y ya no despertará”, creemos que ellos lo entenderán como una linda metáfora de que están tranquilos y en un lugar seguro, pero más allá de imaginarse está escena romántica del cielo o dormir tranquilos, los niños preguntarán cuándo regresará del cielo o cuándo despertará, lo que puede detonar las propias angustias y dolor de los padres y del niño, por ejemplo al no querer irse a dormir porque temerá morir si lo hace; así, al momento de la muerte la información que debe quedarle clara al niño es que ese ser querido no va a regresar y que está sepultado o en una cripta. Para que el niño puede entender lo que sucede, debemos explicarles en su propio lenguaje lo que está pasando a su alrededor. En un principio tratar de proporcionarle la información en el momento y no después de varios días de continua evasión. Al contrario de lo que pensamos los niños son muy perceptivos y observadores por lo que la mayor parte del tiempo se dan cuenta de que algo ocurre en su entorno. Cuando se sabe que un ser querido o cercano al niño está enfermo, por ejemplo un abuelito, se recomienda tratar de que el niño pueda pasar tiempo con él y pueda ir poco a poco asimilando lo que ocurrirá. Los niños pueden llegar a culparse de que mamá o papá estén tristes, por ello es importante explicarles que mamá o papá están tristes pero no por él, sino porque alguien, en este caso el abuelito, está enfermo y llorar ayuda a sentirse mejor porque expresa como se sienten en ese momento.Luego de una fase de retraimiento y apatía, el niño comienza a buscar nuevas relaciones que puedan brindarle la contención o el cariño que tenía para con la persona fallecida, será más fácil si permitimos a los niños apegarse a una nueva persona, pero, sin olvidar la relación que tenía con la anterior, evitando una futura confusión en el niño. Al igual que los adultos, los niños realizan un duelo a su manera, pasarán por fases similares como: anhelo de la persona perdida, reproche inconsciente a la persona perdida y autorreproches, cuidado compulsivo de los otros, incredulidad de que quien se fue lo ha hecho para siempre y mostrarán tristeza y dolor. Es importante permitirles y permitirse hablar sobre esto, aún cuando resulte doloroso para quien lo explique puede convertirse en un momento de intimidad familiar en el que se fortalezcan lazos de apoyo y se permita expresar sus sentimientos de tristeza, pesadumbre o enojo pero acompañados y al hacerlo irán asimilando poco a poco y de una manera sana la pérdida, apegándose a sus propias creencias.